Superviviente del
Holocausto y convertido en sastre de presidentes y estrellas de Estados Unidos, Martin Greenfield murió ayer a los 95 años, según ha informado The New York Times, que ve en él
una "leyenda"
de la inmigración exitosa a Estados Unidos.
Nacido como Maximilian Grünfeld en 1928 en una
familia judía adinerada de un pueblo que por entonces pertenecía a
Checoslovaquia y actualmente a Ucrania, Greenfield se salvó accidentalmente de
la muerte en el campo de concentración de Auschwitz antes de refugiarse en
Estados Unidos.
En Nueva York dirigió uno de los talleres de
confección de trajes más reputados del planeta y vistió a miles de famosos
estadounidenses: seis presidentes (entre ellos los tres últimos, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden),
estrellas del cine, la música y el deporte como Frank Sinatra, Paul Newman, Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio, Michael Jackson, Kobe Bryant, e incluso
el mafioso Meyer Lansky. Murió el miércoles en un hospital de Long Island, al
este de Nueva York, según dijo su hijo Todo Greenfield al NYT.
Siendo un adolescente, fue hecho prisionero por
los nazis y enviado al campo de exterminio de Auschwitz, donde se lo destinó a la
lavandería. T ras romper accidentalmente el cuello de la camisa de un guardia,
lo golpearon y le
Ordenaron Repararlo, contó en 2014 en sus memorias citadas por
el NYT.
Luego de que un
prisionero le enseñará a coser, recuperó la camisa, pero en vez de devolverla
se la deslizó por debajo de su uniforme. Ello le salvó la vida.
"El primer día que me puse esa camisa, me
di cuenta que la ropa tiene poder", escribió Greenfield. Los nazis y sus
compañeros de prisión lo
consideraron luego como un protegido que cosía uniformes, podía
moverse libremente por el campo y tenía acceso a más comida.
"Dos camisas nazis rotas permitieron a un
judío construir el taller de trajes a la medida más famoso y exitoso de Estados
Unidos", resumió en sus memorias.
Refugiado en Estados
Unidos en 1947, a donde llegó sin familia ni dinero y sin saber una palabra de
inglés, trabajó durante treinta años en la industria textil de Brooklyn. Trabó
amistad con el propietario de la fábrica de trajes y esmoquin GGG, William
Goldman.
En 1977 se hizo cargo del negocio y lo
rebautizó como Greenfield Clothiers. Según dijo su hijo Todo al NYT se trata del
último taller de este tipo existente en Nueva York.Sus 50 empleados trabajan en
máquinas manuales y tardan diez horas en confeccionar un traje que luego lucirá
un político o una estrella.
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