Guerra Israel-Gaza


La
 guerra Israel-Gaza, también llamada guerra Israel-Hamás, es un conflicto armado en curso que comenzó el 7 de octubre de 2023, mientras los israelíes festejaban la fiesta de Sucot, cuando grupos armados de militantes palestinos, principalmente de Hamás y la Yihad Islámica Palestina, lanzaron un gran ataque contra Israel desde la Franja de Gaza con una andanada de cohetes y un ataque de comandos en camiones, motocicletas y parapentes motorizados.​ El ataque tomó a Israel por sorpresa, pese a ocurrir en el 50.º aniversario de la guerra de Yom Kippur.​ Israel respondería poco después con una represalia denominada «Operación Espadas de Hierro», que incluiría bombardeos e incursiones militares contra la Franja de Gaza.

Los militantes armados de Hamás capturaron un gran número de rehenes tras sucesivas razias en el sur de Israel,​ lo que llevó al Gobierno de Israel a declarar el estado de guerra por primera vez desde 1973.​ Los ataques con cohetes fueron acompañados por infiltraciones de militantes en varios de los kibutz que rodean Gaza y en la ciudad israelí de Sederot.​ Según Human Rights Watch, el ataque deliberado contra civiles, los ataques indiscriminados y la toma de civiles como rehenes por parte de Hamás constituyen crímenes de guerra según el derecho internacional humanitario.​

Como resultado del ataque de Hamás en comunidades cercanas a la Franja de Gaza y en las bases del ejército israelí murieron 695 civiles israelíes (incluidos 36 menores de edad), 71 civiles extranjeros y 373 soldados y policías.​ Al menos 1200 personas entre hombres, mujeres, niños y bebés murieron el primer día del ataque​ y unas 2000 resultaron heridas.​ Cerca del kibutz Reim, unos cincuenta milicianos provenientes de Gaza con uniforme militar mataron a 364 personas en el festival de música Supernova.​

El impacto en vidas humanas es el más alto desde que se tiene registro de conflictos entre Gaza e Israel. Los bombardeos que Israel ha lanzado en respuesta desde ese día sobre la Franja de Gaza han provocado la muerte de, al menos 33 634 personas, la gran mayoría civiles, entre ellos 13 000 niños y 8400 mujeres, a los que se suman más de 76 214 heridos (incluidos 8663 niños y 6327 mujeres) y más de 8000 desaparecidos, lo que elevaría la cifra de fallecidos aún más,​ entre ellos 4400 mujeres y niños,​ siendo las mujeres y los niños las principales víctimas de los ataques israelíes.Con más de mil casos, este conflicto ha causado el mayor número de amputaciones pediátricas de la historia.​ Algunas de las acciones militares de Israel en territorio palestino han sido blanco de críticas de parte de la comunidad internacional por constituir violaciones al derecho internacional humanitario​ calificables como crímenes de guerra,3839​ entre las que se cuentan el empleo contra población civil de armamento prohibido por tratados internacionales, incluido el uso de munición de fósforo blanco,​ el asesinato de miembros del personal civil de organismos internacionales que cumplían funciones humanitarias,​ el «cerco total» y corte de suministros a la población civil como «castigo colectivo»​ y la orden de evacuación de civiles bajo amenaza de un ataque inminente, sin que existan lugares seguros donde ir ni una forma segura de llegar.​ Todo esto ha provocado el desplazamiento forzado de 1,9 millones de gazatíes, más del 85 % de la población (incluidos 893 000 niños),​ y al que la Organización de las Naciones Unidas ya ha catalogado como un crimen de guerra y contra la humanidad.​


El 28 de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) comunicaron que estaban ampliando sus operaciones terrestres, enviando tanques e infantería respaldados por ataques masivos desde el aire y el mar contra la Franja. Los habitantes de Gaza han perdido intermitentemente el acceso a servicios telefónicos e internet y se encuentran frecuentemente incomunicados, y las agencias de ayuda advierten sobre una catástrofe humanitaria en desarrollo.​ Tras una pausa de siete días en la que se intercambiaron rehenes israelíes por presos palestinos y se permitió la entrada restringida de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, las hostilidades se reanudaron el 1 de diciembre.​ A mediados de marzo, la Franja registraba ya la mayor proporción del mundo de personas viviendo en privación de alimentos, con uno de cada seis niños en estado de malnutrición severa. Varios expertos en crisis humanitarias han catalogado la de guerra en Gaza como «la más mortal de la historia moderna para los niños, los periodistas, los trabajadores sanitarios y el personal de la ONU».​

Los combates se extendieron rápidamente a otros escenarios. En Cisjordania, aumentaron la violencia de los colonos israelíes contra la población civil palestina y los choques armados entre el ejército israelí y los milicianos palestinos.​ En la frontera israelo-libanesa, el ejército israelí se ha enfrentado con la milicia chií Hezbolá en una serie de ataques y represalias que se extendieron desde los primeros días del conflicto. En Siria y en Irak los enfrentamientos han sido protagonizados por ataques de milicias árabes contra bases del ejército estadounidense y por bombardeos israelíes contra miembros de dichas milicias. En el Mar Rojo, los hutíes comenzaron una campaña de ataques contra barcos con destino a Israel, y Estados Unidos y el Reino Unido respondieron bombardeando objetivos hutíes.​

A lo largo de la guerra, ha habido protestas globales generalizadas que piden principalmente un alto el fuego.​ Estados Unidos vetó tres resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU en ese sentido,​ pero permitió que el 15 de noviembre se aprobara una que pedía una pausa humanitaria.​ El apoyo militar y diplomático de Estados Unidos a Israel durante la guerra ha sido condenado por varios grupos defensores de los derechos humanos,​ y algunos comentaristas han descrito a ambos países como internacionalmente aislados.​ La administración Biden ha pasado por alto en múltiples ocasiones al Congreso de los Estados Unidos para suministrar armas a Israel.​

El 29 de diciembre, Sudáfrica presentó un caso ante la Corte Internacional de Justicia, acusando a Israel de incumplir sus obligaciones bajo la Convención sobre el Genocidio de 1948 en sus ataques en la Franja de Gaza.​ El 26 de enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia dictaminó de manera provisional que había indicios de que se estuviese cometiendo un genocidio​ y ordenó una serie de medidas cautelares mientras se produjese la investigación oficial.​

El viernes 5 de abril, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adoptó una resolución en la que pedía que Israel rinda cuentas por posibles crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos durante la invasión de Gaza.​


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