Para muchos cubanos es como un deja vu
de una experiencia muy traumática.
La isla vive una contracción económica que dura
varios años y afecta la producción de alimentos, la disponibilidad de medicinas
y va acompañada también de una altísima inflación de 3 dígitos.
El peso se deprecia constantemente. Hay
apagones. La economía no tiene un aliado internacional que permita un alivio
financiero. También hay una emigración masiva y protestas sociales,
como las que se registraron el pasado fin de semana.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel,
reconoció en su cuenta de Twitter que "varias personas han expresado su
inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de
alimentos", pero acusó a los enemigos de la Revolución de intentar
aprovechar este contexto con fines desestabilizadores.
Según explica Pavel Vidal, profesor de economía
en la Universidad Javeriana de Cali, la situación que atraviesa la isla en la
actualidad tiene similitudes con los primeros años de la década de 1990,
cuando tras la caída de la URSS, los cubanos vivieron el que probablemente haya
sido el momento económico más duro que les haya tocado desde el triunfo de
la Revolución en 1959, conocido como el "Periodo Especial".
Pascal Fletcher, quien fuera corresponsal en La
Habana durante aquellos años y que actualmente es analista de BBC Monitoring,
recuerda algunos de los cambios más visibles de aquella época.
“En aquella crisis económica que el entonces
líder cubano Fidel Castro llamó eufemísticamente como 'Período Especial en
Tiempos de Paz', los automóviles desaparecieron de las calles y caminos
de la isla, las carretas tiradas por bueyes reemplazaron a los tractores en el
campo y los cubanos cultivaron huertas en sus patios traseros y tejados en
ejercicios de austeridad y resiliencia 'revolucionarias' para compensar la
repentina escasez de suministros vitales”, señala.
Pavel Vidal
señala que desde el punto de vista macroeconómico, hay algunos indicadores que
cayeron más durante el periodo especial, mientras que otros son similares.
Señala, por
ejemplo, que hace 30 años el PIB cayó 35%, mientras que ahora no se ha
contraído tanto pues bajó 11% durante la pandemia, pero luego se recuperó un
poco.
La inflación,
en cambio, sí es similar entre ambos periodos, mientras el déficit fiscal
llegó en aquel entonces a 30% y esta vez no ha subido tanto, pero se ha
mantenido alto por más tiempo.
“Creo que son
crisis muy similares. Tampoco puedo decir que es peor porque creo que la
economía ahora está más diversificada: hay más opciones que no estaban
abiertas en el periodo especial, cuando no había remesas, no había turismo y la
economía estaba completamente estatizada”, apunta.
Pobreza "alarmante"
El experto
cree que en la coyuntura actual, aquellos sectores de la sociedad cubana que reciben
remesas o están conectados con el incipiente sector privado pueden estar
lidiando con la crisis de una mejor manera que otros grupos.
“Los
pensionados y los asalariados del Estado que dependen de un ingreso fijo en
pesos cubanos que no se ha ajustado a la inflación... no hay datos oficiales,
pero yo creo que ahí las cifras de pobreza son alarmantes. Sobre todo en
este sector de jubilados, cuya situación se ve agravada por el envejecimiento
de la población. Ahí hay una situación muy complicada”, afirma.
Estas
desigualdades entre distintos sectores de la isla son una de las razones por
las que algunos economistas consideran que la coyuntura actual es más dura
que la que se vivió en la década de 1990.
El economista
Ricardo Torres, investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y
Latinos de la American University en Washington, DC., sostiene que, aunque
vista desde la perspectiva de las cifras de PIB la crisis actual pudiera
parecer más “leve” que la del periodo especial, hay que considerar algunos
aspectos desde el punto de vista cualitativo “para entender el agobio de las
personas y cómo se puede sentir la crisis”.
Deterioro continuado
Torres
destaca, por ejemplo, que el periodo especial estuvo precedido por una etapa de
crecimiento económico, mientras que la coyuntura actual se presenta “después de
casi 30 años de crisis permanente”.
“En los años
90, el país venía con un cierto bienestar que se había logrado en la década de
los 80 tanto en términos de consumo como en términos de la calidad y la
profundidad de los servicios sociales, educación, salud, con éxitos
deportivos de clase mundial. Y todo esto en una sociedad bastante más
igualitaria en términos del ingreso de lo que es ahora. No quiere decir que no
había problemas, pero definitivamente era mucho más igualitaria en términos de
los ingresos”, apunta.
Indica que
aunque a partir de 1994, el PIB empezó a crecer nuevamente, hubo muchas áreas
de la economía, de la sociedad y muchos grupos de la población que nunca
recuperaron los niveles de vida y los niveles de actividad de la década de los
80.
Las
diferencias entre esos dos puntos de partida iniciales también marcan, en
su opinión, la capacidad del país de sobrellevar esta crisis.
“La infraestructura de Cuba, la que se
construyó después del 59, estaba prácticamente recién construida en los 90.
Pensemos en las plantas eléctricas, en las carreteras. Ahora esa situación
es bastante más diferente. Las plantas eléctricas tienen 30 años más de uso,
excediendo quizá ya los parámetros para los cuales estaban diseñadas. Muchas
carreteras, por ejemplo, nunca han recibido mantenimiento en los últimos 30
años”, dice.
“Entonces, la infraestructura física está en
un estado mucho más lamentable ahora, más deteriorada que en los años 90.
Quizás la única infraestructura que está relativamente mejor hoy es la de
telecomunicaciones, pues ciertamente se ha ampliado la disponibilidad de
teléfono móvil e incluso el acceso a internet”, agrega.
Torres añade que la isla ha perdido capacidades
productivas.
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